domingo, 14 de mayo de 2006

Para que no entren moscas


Odio cuando mezclan en mi helado otro helado de un sabor distinto. Esta semana he llegado a odiar muchas cosas, y a pensar que me odiaban a mí. Mi odio es repentino y efímero , no es un odio convencional (antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea). Es más precoz y no tiene consecuencias, se desvanece. Y he creado así mi odio para cuando los demás me sufran lo hagan como yo lo hago. He hablado mucho esta semana y he contestado demasiado, pensado demasiado y jodido demasiado. Ya sabéis una de esas semanas...donde me pregunto por qué la naturaleza es machista (pero también me alegro de que durante unos días al mes me pueda justificar de alguna manera...) Hoy es domingo y aunque me acueste feliz estoy hecha polvo, como la de la foto (de Maitena-retocada-). Hecha polvo por sufrir sin razón, por preocuparme y porque a veces estoy más guapa calladita (y con esos códigos de barras en las tetas...qué morbo!)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

estás guapa callada y hablando pero, sin duda, no dejaré de darte la razón en lo de que con códigos de barras en las tetas...uhhh, qué morbo...

Leyre dijo...

Me uno a la opinion del morbo de los códigos de barras... Tampoco creo que callada estés mejor. En lo (poco) que te conozco, siempre me han parecido buenas, y sino graciosas por estar fuera de lugar, tus observaciones. Tú sigue hablando, bonita, que siempre es mejor decir lo que se lleva dentro que crearse una úlcera por guardarlo.
Aunque tampoco es plan de pasarse. Recuerda "uno es dueño de sus pensamientos y exclavo de sus palabras"... consejo de una a la que le pierde la boca el 90% de su vida...
Yo no pienso callarme, por mucho que me lo aconsejen desde que me vine al sur...
Y, por cierto, en esos momentos de odio generalizado... has probado a comer algo? porque es bien conocido como se te tuerce el caracter cuando tu estómago pide ser complacido...
Bicos

Anónimo dijo...

Pues yo odio esos vasitos minúsculos de leche hirviendo, tan caliente como satanás, que me ponen en cualquier bar cada vez que pido un cola-cao...(ay señor, cuántos soplidos de mi vida te has llevado ya!).
Cosas propias de este mundo acelerado, donde todo se hace deprisa, sin amor y sin cariño,como un polvo rápido de discoteca...y donde todo se abandona...incluso un minúsculo vaso de leche con cola-cao.